Tu arena
Vuelves y vas eternamente, como las olas.
Agua que besa la arena y la deja,
pero en tus algas olvidadas intima conocerte.
Algún día sabrá agua: quién eres,
cuántos suelos has pisado,arrastrado, golpeado
entre tierras, peñascos y rocas.
Tú bien dices con tu canto, que jamás podrá atarte a ella.
La dejas libre...
Libre para olvidarte.
Y ella olvida.
Pero basta volver a oler brisa de tus voces, para quererle de nuevo.
Cada vez lo intenta, si no atarlo, llevarse por él...
aunque en ello pierda siempre invaluables, sus granos.
Y tú, Azul, loco siempre de volver a tentarla...
arena suave, y cálida;
deslizarte despacio y violentamente en ella.
En cada regresar, es más difícil dejarla,
estando lejos extrañas hasta sus ásperas impurezas.
Deliras para tus adentros, ensueños de sus palabras
los recuerdos vívidos te hierven de vez en cuando.
Pero eres agua, te templas lentamente...
Ni te enfrías, ni te calientas.
Tú a ella la quemas en tu ausencia y la hielas dándote todo.
Habéis recorrido mucho y no hallas mejor,
que de tanto, y comprenda;
pero por qué ceder a la idea, aún te queda tanto por ver, mar.
Otra vez, ¡déjala!
Agua que besa la arena y la deja,
pero en tus algas olvidadas intima conocerte.
Algún día sabrá agua: quién eres,
cuántos suelos has pisado,arrastrado, golpeado
entre tierras, peñascos y rocas.
Tú bien dices con tu canto, que jamás podrá atarte a ella.
La dejas libre...
Libre para olvidarte.
Y ella olvida.
Pero basta volver a oler brisa de tus voces, para quererle de nuevo.
Cada vez lo intenta, si no atarlo, llevarse por él...
aunque en ello pierda siempre invaluables, sus granos.
Y tú, Azul, loco siempre de volver a tentarla...
arena suave, y cálida;
deslizarte despacio y violentamente en ella.
En cada regresar, es más difícil dejarla,
estando lejos extrañas hasta sus ásperas impurezas.
Deliras para tus adentros, ensueños de sus palabras
los recuerdos vívidos te hierven de vez en cuando.
Pero eres agua, te templas lentamente...
Ni te enfrías, ni te calientas.
Tú a ella la quemas en tu ausencia y la hielas dándote todo.
Habéis recorrido mucho y no hallas mejor,
que de tanto, y comprenda;
pero por qué ceder a la idea, aún te queda tanto por ver, mar.
Otra vez, ¡déjala!
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